Como podría describir el embrujo de la leña ardiendo en la chimenea. Quizá no le pasa a todo el mundo, pero nada más acojedor que una chimenea ardiendo, la nieve y el frio afuera, y el calor del hogar.
Es como una droga que hace meter y meter más leños para contemplar y sentir hasta quedar adormilado por el calorcito. Quizá habra que vivirlo muy a menudo para que deje de sentirse, quizá somos demasiado urbanitas y volvemos a nuestros ancestros.
Quizá soy solo yo. El campo, la naturaleza, la tranquilidad y el encanto rural de esos días de paz a la luz de la lumbre. Y si está la pareja...
¿has descubierto alguna vez su embrujo?El Pajar de Pedraza
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