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domingo, 18 de marzo de 2012

Monasterio de Santa María la Real, Sacramenia

 
El término municipal de Sacramenia se encuentra al norte de la provincia de Segovia. A unos dos kilómetros del pueblo, en un valle, en el paraje conocido como Coto de San Bernardo, se encuentra la
majestuosa iglesia cisterciense del monasterio de Santa María la Real de Sacramenia.
  El monasterio se funda entre los años de 1133 y 1141 por Alfonso VII, quien introduce el Císter en España. La obra se culmina en las últimas décadas del siglo XII y primeras del XIII. La abadía permaneció activa hasta la Desamortización de Mendizábal, en 1835; pasando a ser de propiedad privada. Hasta que en el año 1925 un multimillonario estadounidense llamado William Randolph Hearst decidió comprarlo con la intención de reconstruirlo en su país. El claustro, la sala capitular y el refectorio de los monjes fue desmontado y numerado piedra a piedra, almacenado en 11.000 cajas y transportado en barco hasta el puerto de Nueva York. Su destino inicial era California, pero por alguna razón, Hearst perdió el interés en su adquisición y el monasterio permaneció almacenado y casi olvidado en algún tinglado de Brooklin hasta 1952, año en que Raymond Moss y William Edgemon decidieron comprarlo y llevárselo a Florida. Tras su ensamblaje, el templo volvió a cambiar de manos un par de veces. Hoy en día se le conoce como la Iglesia de St. Bernard de Clairvaux (ubicada al norte de Miami Beach), siendo destinado a la celebración de bodas y banquetes.
  La Iglesia y el resto del conjunto monástico continúan siendo hoy propiedad privada y fueron declarados Bien de Interés Cultural el 3 de junio de 1931. La iglesia cisterciense posee tres largas naves de seis tramos, más crucero pronunciado y cabecera de cinco ábsides. Todos los arcos, tanto formeros como fajones son ligeramente apuntados y doblados. Las columnas llevan grandes capiteles de temática vegetal y excelente talla. Destaca la fachada principal, la que se orienta al oeste, en la que se abre la puerta de acceso, muy abocinada con sencillas arquivoltas de baquetones formando arcos de medio punto, y un rosetón de amplio diámetro de doce radios bajo arco de descarga ligeramente apuntado.

sábado, 17 de marzo de 2012

Fuentidueña, Segovia


A unos 70 Km. al norte de Segovia capital, amarrada a la vertiente norte de un empinado risco, se encuentra la Villa de Fuentidueña. Esta localidad de apenas 150 habitantes conserva todavía hoy su aspecto medieval.
 La Villa como es conocida en Segovia, es bañada por las aguas del río Duratón siendo una zona de gran riqueza en arbolados y manantiales, como el nacimiento del Río Fuentes, el de la Cigüeña, el Salidero o la fuente del Convento.
 Sus orígenes son preromanos, pasando de castro celta a fortaleza romana, pudiendo observarse algunas tumbas celtibéricas. Por su emplazamiento en la vía que comunicaba Cauca con Clunia, fue asolada por los vándalos, recuperada por los suevos y adjudicada finalmente por el emperador romano a los godos que le prestaban ayuda militar. También fue atacada por los árabes en los primeros años de la invasión, permaneciendo en la misma casi 200 años. Fue repoblada en el siglo XII, probablemente por burgaleses procedentes de Oña. Su nombre en 1135 era Fontedoña. Fue protegida por Alfonso VIII. En el siglo XV llegó a ser señorío de don Álvaro de Luna. Pasó a los condes de Montijo en el siglo XVIII. .
  Debido a sus ventajas orográficas esta villa fue fortificada en época románica (siglos XII y XIII) con muros que serpentean por quebradas laderas. De estas murallas medievales podemos observar amplios parámentos almenados; numerosos torreones circulares y cuadrangulares. El acceso a la villa se realiza por tres arcos perfectamente conservados, siendo la entrada más interesante la situada en la parte más oriental de la muralla, llamada puerta de Alfonso VIII. En la parte más alta del cerro donde se asienta el pueblo nos encontramos la ruinas del Castillo de Fuentidueña o de Alacer. Fue construido entre los siglos XII y XIII, y reformado en los siglos XIV-XV. Actualmente su estado es propiedad particular, albergando unas bodegas.
 En la Villa de Fuentidueña podemos ver todavía hoy la importante villa que fue en los siglos XI y XII. Si bien este pasado no siempre se ha sabido o podido conservar. Así podemos ver varias ermitas en ruinas, los restos de la Capilla de la Virgen del Pilar, situada en la primera plaza, tras pasar el arco de entrada al pueblo; o el hospital de la Magdalena, también en ruinas.
 La iglesia de Santa María está abandonada y arruinada conservando las puertas y la cabecera.
 Dos extraordinarias iglesias románicas tenía Fuentidueña, San Martín y San Miguel.
 De San Martín sólo quedaba el ábside y el presbiterio, que se utilizaba como cementerio. A pesar de ser declarada monumento nacional, en 1957, el propio Estado Español aprobó su venta a los americanos y trasladada a EEUU. Hoy se encuentra en el Museo de los Claustros "The Cloisters" del Museo Metropolitano de Nueva York donde se celebran conciertos de música medieval.
 La iglesia románica de San Miguel, casi gemela de San Martín fue restaurada. El templo cuenta con un ábside clásico románico de semitambor dividido por columnas e impostas, con bellas ventanas y un hermoso repertorio de canecillos figurados.Tiene dos portadas en sus muros norte y occidental de arquivoltas baquetonadas y lisas sobre columnas y jambas. Además de una hermosa galería porticada de arcos sobre elegantes columnas geminadas de capiteles vegetales.
 Además en la Villa podemos contemplar la iglesia de Santa María la Mayor, también de época románica, donde se encuentra la capilla de la Inmaculada Concepción, patrona del pueblo así como un bonito puente medieval sobre el río Duratón.


 

domingo, 11 de marzo de 2012

Castillo de Cuellar, Segovia

Cuéllar es la primera localidad de la provincia de Segovia en número de habitantes, exceptuando la capital, casi 10.000 h. Está situada en la comarca de Tierra de Pinares, a unos 50 km de la ciudad  de Valladolid y a unos 60 km de la de Segovia. Toda la Villa de Cuéllar ha sido declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1994.
 Pero si algo destaca en la localidad es el Castillo situado en la parte más alta de la villa. Es el Castillo de los Duques de Albulquerque, declarado Monumento Artístico Nacional en 1931.
 Se compone de una mezcla de distintos estilos arquitectónicos, que abarcan desde el siglo XIII al XVIII. Sobre una edificación primitiva se construyó una fortaleza rectangular en estilo gótico a la que se fueron incorporando aspectos decorativos de estilo mudéjar. Evolucionado por las sucesivas reformas hasta convertirlo en un castillo-palacio de carácter más renacentista.
 El castillo cierra la muralla que rodeaba la ciudad,  que ha sido recientemente restaurada. Es de planta cuadrada con torres circulares en los ángulos. En la fachada sur se levanta una galería renacentista sostenida por ménsulas y bajo ella, se abre un balcón que pertenecía al comedor, y un ventanal de la sala de recepciones. La fachada norte alberga la puerta principal con el escudo de Castilla y León. En su interior se levanta el palacio, que fue construido posteriormente, en torno a un patio central de columnas sobre el que cabalga una doble galería con arcos rebajados del siglo XVI. A esta galería se abren los salones con techumbres de artesonados de estuco y vigas talladas. Otras dependencias son la bodega, la armería, la zona de servicio y las habitaciones nobles, desde donde se podía acceder a una pequeña capilla gótica. Posteriormente se levantó otra capilla en la huerta, frente al arco principal.
 A lo largo de su historia, la fortificación ha tenido diferentes usos. Entre sus antiguos propietarios, destacan don Álvaro de Luna y Beltrán de la Cueva, así como los sucesivos duques de Alburquerque.  Huéspedes ilustres fueron los reyes de Castilla, como Juan I y su esposa la reina Leonor, que falleció en él; el pintor Francisco Javier Parcerisa o el escritor José de Espronceda. Fue cuartel general de Lord Wellington y refugio del general Hugo durante la Guerra de la Independencia.
Fue residencia habitual de los duques de Alburquerque durante siglos, hasta que se trasladan junto a la Corte a Madrid, convirtiéndolo en palacio de recreo y vacaciones. Tras la guerra civil fue primero prisión política, cárcel común y sanatorio para enfermos tuberculosos.En 1972 se lleva a cabo su restauración. Actualmente es propiedad de Juan Miguel Osorio y Bertrán de Lis, XIX duque de Alburquerque, aunque su uso está cedido al Ministerio de Educación y Ciencia, albergando un instituto de Educación Secundaria, la sede y archivos de la Fundación de la Casa Ducal de Alburquerque, y la Oficina de Turismo municipal.
 Desde 1997 se ha puesto en marcha El Castillo Habitado, una visita guiada teatralizada, en la que se asiste a un espectáculo que escenifica algunos de los aspectos más representativos de su historia.